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Blog: "Merece", en Uruguay
¡Hola! Mi nombre es María Fernanda y soy estudiante de cuarto año de periodismo en la USACH. Este semestre me encuentro de intercambio en la Universidad de la República (UdelaR), Uruguay, gracias al programa Escala AUGM.
La decisión de irme de intercambio vino desde la necesidad de cambiar de aires y sentirme más independiente. Les hago un spoiler diciéndoles que volvería a vivir un intercambio mil veces más, pues a nivel personal, lejos de ser difícil ha sido una experiencia enriquecedora y llena de amor.
Cuando me bajé del avión lo primero que hice fue pedir indicaciones para poder ir hasta la parada en donde llegan los Uber. El amable chico que me ayudó me contestó “merece” después de darle las gracias. Aquí hubo dos problemas: no entendí su explicación y mucho menos aquel “merece”.
Confundida (y nerviosa porque ya estaba pasando mucho tiempo dentro del aeropuerto de Carrasco), opté por ir hasta el segundo piso. Ahí pedí ayuda nuevamente y esta vez sí pude comprender hacia dónde me estaban guiando. Sin embargo, después de dar las gracias, me contestaron “por favor”. Se dio un momento incómodo porque me quedé parada viendo a esta persona, esperando a que me pidiera algo después de pronunciar esas dos palabras. Claramente no sucedió.
En el Uber me cuestioné todo el viaje el “por favor” y el “merece”, pues en Chile no se dice eso y en Venezuela, mi país natal, tampoco. Como si fuera poco, en algún punto de la conversación con el conductor también le di las gracias y él me contestó “por favor”. Nuevamente, momento incómodo en que esperé a que me pidiera el dichoso favor. Otra vez, no sucedió.
Ese fue mi primer choque cultural estando en Uruguay: las respuestas a un agradecimiento. Lo que empezó siendo confuso, rápidamente se volvió una de mis cosas favoritas del país en el que me encuentro. ¿Pueden ver la hermosa diferencia entre un simplón “de nada” y decirle a alguien que merece que tú hayas hecho algo por ellos, así sea lo mínimo? A mí me parece precioso, algo capaz de mejorarle el día a los demás.
Otro choque cultural que me parece altamente valorable es que Montevideo tiene un estilo de vida muchísimo más tranquilo que otras capitales como Santiago o Buenos Aires. Hay bastante movimiento y vida nocturna —tanto que las personas de Montevideo tienen un horario del sueño bastante distinto—, pero nunca llega a ser estresante o agotador moverse por las calles montevideanas. En el hipotético caso de sentirte saturado, siempre está la playa y la rambla, el plan predilecto de todos los habitantes de la capital.
Viviendo en una residencia estudiantil he tenido el placer de convivir con personas de distintas partes de Uruguay y puedo afirmar que son personas amables, cálidas y que siempre están dispuestas a ayudarte, incluso cuando crees que no lo necesitas.
Con las amigas que he hecho acá he podido ir más allá de Montevideo y conocer sitios hermosos como Rivera y Ciudad de la Costa, donde sus familias me han recibido con cariño y curiosidad respecto a mi historia. Aprovecho de decirles una vez más que si quieren ir a Chile o Venezuela en algún momento, mi casa es su casa.
Respecto a la vida estudiantil, la carrera de comunicación se dicta en la Facultad de Información y Comunicación (FIC) y la característica calidez del uruguayo también se ve reflejada en las personas que la conforman; profesores, bibliotecarios, compañeros de clase de todas las edades y las personas de movilidad académica, todos siempre agradables y, aún más, dispuestos a ayudar, guiar y potenciar a los de intercambio.
Hago una mención especial a la profesora Jimena Brusa, presente en las fotografías. Siempre estuvo al pendiente de nosotras, sus alumnas de intercambio, y justamente el día en que sacamos esa foto nos invitó a almorzar a modo de despedida.
Aunque Uruguay es un país pequeño y algo costoso vale la pena conocerlo. La cultura, la educación, las meriendas —que se toman MUY en serio—, las personas y los atardeceres en la rambla te dejan un increíble sabor de boca que hará que te cuestiones si es buena idea aplazar cada vez más tu regreso.
Sé que al principio puede costar adaptarse, cambiar de país en general —como venezolana en Chile conozco este punto mejor que nadie—, vivir solo, alejarse de los seres queridos y entender qué significa “merece”, pero Uruguay y su gente son capaces de hacer que termines encariñándote y que te cueste renunciar a este estilo de vida que adquiriste.
Al final entiendes que mereces estar viviendo esta experiencia, que mereces cada salida y viaje que haces, que mereces a las amistades que conociste acá y que mereces que algo así de bueno te pase a ti.
Instagram: @xxmfcgxx
Correo: maria.cabrera.g@usach.cl
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