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Blog: "De la Alameda a La Rambla", en Barcelona, España

Estudiar en el extranjero parece una experiencia inolvidable, y no lo negaré, lo es. Corría el año 2019 cuando dejé mi comodidad en La Serena para afrontar el desafío de ser estudiante de la USACH. Como buen cachorro no conocía mucho dentro de la U, sin embargo, tiempo después supe de la existencia de USACH Internacional.
 
Un día normal en plena cuarentena me dio curiosidad y comencé a investigar e informarme acerca de los convenios que tenía la Universidad con Universidades extranjeras. Dudé mucho en si postular o no. Finalmente, me decidí. Había investigado acerca de distintos países y Universidades, sin embargo, me decliné por España, específicamente, Barcelona. Fue un proceso muy duro; juntar muchos papeles, apostillar, viajar constantemente a Santiago, etc. Sentí una preocupación muy grande debido a que mi Universidad de destino, la Universitat Autònoma de Barcelona, había sufrido un ataque cibernético, por lo que el proceso de movilidad en esta Universidad se vio retrasado. Tan así, que recibí mi visa de estudios 2 días antes de partir, ¿loco no? Bueno, finalmente llegó el día del vuelo. Una vez dentro del avión, ya mucho más tranquilo, luego de despedirme de mi mamá y de mi hermano, sentí mucho miedo, pero a la vez mucho entusiasmo. 
 
Al arribar a tierras catalanas lo primero que me sorprendió fue el idioma, si bien había tratado de instruirme un poco en lo que es el catalán como lengua, escucharlo si era tarea difícil. Luego, trasladarme hasta el lugar que actualmente es mi casa fue un poco complicado, debido a que se encuentra bastante lejos. Actualmente junto a mis amigos lo denominamos “nuestro natal Bellaterra”, una zona un poco alejada del centro de Barcelona. Retomando, al arribar a la estación de ferrocarriles de Bellaterra debía atravesar una especie de bosque hasta llegar a la residencia Universitaria conocida como “La Vila”. 
 
Yo sabía que compartiría un departamento, un piso como dicen aquí, con 3 personas, sin embargo, era un misterio para mí cómo serían esos individuos. Al abrir la puerta vi una bandera mexicana, y sí, mi compañero de piso era latino: Sebastián. Al día siguiente, arribó a quién siento como mi hermanito menor: Fer. Y tiempo después, luego de superar el COVID, Jorge, más conocido como George. En la Vila hay departamentos individuales y compartidos de hasta 5 personas, y generalmente no existe muy buena relación entre compañeros de piso. O sea, te puedes llevar bien con uno, pero, ¿con todos? Muy difícil. Para sorpresa de muchos, Seba, Fer, George y yo formamos una linda familia en la cual abunda el calor latino: México, Chile y Costa Rica. El hecho de compartir junto a ellos mi intercambio me ayudó a adaptarme de muy buena manera y sentir ese cariño de hogar en un continente tan ajeno a lo que uno está acostumbrado. Actualmente mi lazo con ellos es indestructible, literalmente son mis hermanos. 
 
Mi primer día en la Universidad era un misterio. Desconocía como iban a reaccionar mis nuevos compañeros al verme. ¿Sería como en Chile? Típico que llega alguien de afuera y lo recibimos de manera muy cálida para tratar de integrarlo rápido. Sentía mucho miedo. Al entrar a la sala y ver aproximadamente 100 personas dentro de un curso fue extraño. Lo siguiente, la profesora hablando en catalán. No fue la mejor bienvenida, pero obviando que en Europa las Universidades constantemente reciben estudiantes de ERASMUS, los chicos ya deben estar acostumbrados y no debe ser algo nuevo. Con el tiempo mis compañeros me fueron integrando y logré entender de mejor manera el catalán. Si bien no puedo hablar catalán, puedo entender bastante. Debo reconocer que la cultura catalana no es lo que uno se espera de la gente en España, sin embargo, hay que darles un poco de tiempo y saber cómo entrar. Hoy por hoy cuento con un grupo de personas en la Universidad que constantemente me están ayudando si no entiendo algo o simplemente para hablar de cosas de la vida. 
 
Por otra parte, estar viviendo aquí en España me ha dado la oportunidad de viajar y conocer distintos lugares en Europa. En Semana Santa tuve la oportunidad de conocer Italia. Siempre había soñado con pisar ese país lleno de cultura e historia. Florencia, Verona y el foro romano fueron mis lugares favoritos en este país. La gastronomía ni que decir. Ya para cuando termine el semestre tengo preparado otro viaje en el cual podré conocer lugares que he añorado durante años. 
 
Retomando un poco de lo que es España, la calidad de vida es muy buena pero un tanto cara, al menos en Barcelona. A pesar de ello, si se es ordenado con las finanzas y se hacen compras inteligentes se puede disfrutar mucho de la ciudad y sus alrededores. Cataluña es hermosa, llena de recónditos lugares. Tarragona, la puerta del Mediterráneo para los romanos, es una ciudad única. Qué decir de Girona, la costa brava y el monasterio de Montserrat. Con el tiempo he aprendido a valorar cada segundo que pasa en estas tierras y vivirlo como si fuese el último. 
 
Estoy muy agradecido de la oportunidad que me dio la vida de poder vivir en Barcelona. También agradezco el apoyo incondicional de mis padres, mis hermanos y mis amigos. Un día una muy buena amiga (Damaris te amo) me mandó un mensaje diciéndome que cada vez que veía mis historias de Instagram se emocionaba como si fuese ella quien lo estuviese viviendo. Sí, me sacó más de una lagrima y ese tipo de personas y lazos son los que quiero conservar con el tiempo. Si bien extraño a todos mis seres queridos, si tuviese la oportunidad de poder radicarme aquí en España no lo pensaría dos veces, lo siento. 
 
Ya para finalizar, me gustaría comentar que a fines de marzo y comienzos de abril viví una situación particular que me hizo sentir muy triste. Mi salud mental estaba por el suelo, pero sentí que no era momento y tuve la fortaleza para poder levantarme, en donde Fer y George fueron fundamentales (los amo chiques <3). Compartimos y tuvimos conversaciones muy profundas que me ayudaron un montón a dejar atrás eso que me estaba haciendo un tanto mal, convirtiendo abril y mayo en los mejores meses (hasta ahora) del intercambio. Sin embargo, siento que la salud mental es algo que debes tener en cuenta si estás planeando un intercambio, no todos poseemos esa fortaleza y apoyo incondicional de nuestros pares. 
 
El tiempo que me queda en este lugar del mundo espero aprovecharlo al máximo y seguir sumando experiencias junto a mis amigos aquí en Barcelona.